Después de la seriedad de los post de Laura, volvamos a nuestro habitual tono ligero. Iniciamos las entradas de manualidades con una a lo grande, muebles. Bueno, no nos pasemos, eran unos mueblecitos. No vayáis a pensar que hemos empezado con una cajonera grande.

 

Lo confieso, me encantaría ser de esas personas que cada dos por tres mueven los muebles de sitio, renuevan cortinas y cojines, cambian los libros de posición y, en general, le dan una vuelta de tuerca a su casa renovando su aspecto.

No es que no lo sea es que, seamos sinceros, siempre pensamos que hacer eso es caro y la economía no está muy boyante así que no lo hago. Y como yo muchas personas que conozco.

Es cierto en parte. Pero no tenemos porque cambiar de muebles, podemos darles un aire nuevo. Hay quien dice que no puedes hacer esto o aquello con ese o aquel mueble porque son de “estilo”. Palabrita que no significa para mi otra cosa que “en la conservación de cierto tipo de muebles lo primordial es conservar su estilo” Sinceramente, hoy día eso de conservar “su estilo” me parece una solemne estupidez. Bueno, salvo que el mueble sea una antigüedad de esas que vale tanto dinero como el que no pagaremos por el.

Así que todo el resto de muebles, para mi, puede ser reformado, retocado, re-lo-que-sea. Y ante ciertas actitudes contrarias a ello he empezado por las mesitas cajoneras que nos hacen de mesitas de noche. Ya empecé hace unos años cogiendo un ataque de creatividad y usando las pinturas de warhammer pinté unos paisajes bastante naïf.

Mirando y rebuscando por los libros que hay en casa encontramos uno que se titula “Crear antigüedades. Técnicas para envejecer, desgastar y patinar la madera, el metal y otras superficies” cuyo autor es un tal Peter Knott y fue comprado en Circulo de Lectores supongo que en el año 2000 pues el copyrigth es de 1999. Era en aquellos años en que al manitas oficial de la casa se le compraban libros para que usara su tiempo creativamente. No me consta que lo haya usado para nada que no fuera ojearlo y decir “ah ya!” con expresión de “no me explican nada nuevo, vaya tontería de libro”.

De allí sacamos la idea: como darle un aire vintage a un mueble cutrecillo. Y nos pusimos manos a la obra.

 

Usamos:

Pintura blanca

Pintura azul para el fondo

Vaselina

Barniz transparente

Aguarrás

Un par de pinceles

Un estropajo tipo nanas

 

Y paciencia.

Lo primero fue desmontar las mesitas, limpiarlas, sacarles los pomos a los cajones, darse cuenta que hace años se usaban tornillos planos que una vez oxidados son terribles y prepararlas para pintar. Tornillos? Desde cuando se usan tornillos en los cajones? Porque el último cajón es del tipo tijera, vamos, que no se abre de forma habitual sino que la tapa cae, paf, y accedes al interior.

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El azul es el color que saldrá de fondo cuando se envejezca el mueble. Podéis usar el color que queráis. En la tienda de pinturas, una de especializada que hay cerca de la riera – bueno, justo al lado del puente de piedra – en Cardedeu, nos sacaron un montón de tintes. Es decir. Lejos quedaron aquellos tiempos en que ibas a la tienda y de entre los colores básicos te llevabas el que querías. No. Hoy vas, dices quiero azul y te sacan una carta de colores que ni que tuvieras que escoger el vestido de boda. Total que entre tantos tonos de azul acabas escogiendo uno casi al azar.

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Así que la primera capa de pintura es azul. Un azul de habitación de bebe bastante agradable pero que no era exactamente aquello en lo que yo pensaba. El azar, que juega estas bromitas.

Cuando se seca la pintura lo que hay que hacer es untar de vaselina zonas al azar del mueble. Será lo que luego aparecerá en azul cuando rasquemos.

Una vez hecho esto pintamos el mueble de blanco. La idea era envejecer todo el mueblecito pero al final los frontales decidimos dejarlos azules. Porque? Porque nos apetecía y tampoco teníamos suficiente pintura blanca ya que usamos un resto que teníamos de pintar paredes. Así que pintamos el sobre y los costados.

Dejamos secar bien y entonces viene la parte creativa del trabajo. Cogemos el nanas y rascamos la pintura blanca. En la zona donde pusimos la vaselina la pintura no ha “cogido” y saltará sacando a relucir el azul del fondo. En nuestro caso le dimos con tanta saña que también salió algo del antiguo fondo negro.

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Una vez rascado, dadle sobretodo en los bordes que queda muy bien, le dimos una capa de barniz. El barniz, aunque sea transparente, romperá el tono del blanco y le dará el aire amarillento o envejecido que buscamos. Ese es el tono vintage que buscamos.

Cuando el barniz esta bien seco montamos de nuevo los cajones cambiando primero los odiosos tornillos planos tras limpiar el óxido todo lo que pudimos de las zonas metálicas. Mueble nuevo. O bueno, renovado.

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No hagáis como nosotros y dejad secar bien el barniz. Engaña un poco, parecía seco pero quizás nos apresuramos demasiado porque al poner cierto peluche encima me ha quedado el sobre rugoso.

No os voy engañar, no es barato del todo, vamos no es gratis, pero es mucho menos caro que cambiar de mesitas de noche cuando os aburrís de las que tenéis. Y solo con cambiar las mesitas la zona de dormir tiene otro aspecto. Más claro en nuestro caso.